Mediación y Resolución de Conflictos
Ecrit par Gabriel Salinas, 13 Fév 2007, 0 commentaire
Par Gabriel Salinas alvarez (Doctor en Ciencias sociales, Santiago, Chile).
Intervención en el seminario sobre Mediación y Trabajo social ; organizado por la Universidad de los lagos, Chile, invierno de 2002.
A propósito de “fundamentos”
¿Por qué se siente la necesidad de dar un fundamento filosófico ético a una cosa que aparece hoy como una especie de estrategia, de nuevo conjunto de hipótesis, como una nueva tecnología de intervención en el terreno social ?
Yo pienso que es necesario un fundamento, porque desgraciadamente en los últimos veinte o treinta años nos hemos olvidado de que nuestros actos y pensamientos están fundados en algo, tienen un fundamento que es lo que da solidez y, en cierta medida, valida nuestra acción. Sin embargo, desde hace un tiempo, hemos puesto todo el interés, toda la atención en la búsqueda de eficacia, la mayor posible en el menor lapso de tiempo imaginable. Esto ha significado que, el tiempo de la especulación, de la reflexión, de la discusión, el tiempo de filosofar, en suma, el tiempo de confrontar nuestra práctica con nuestros principios, con sus fundamentos, sea considerado como pérdida de tiempo, y en todo caso, como tiempo inútil, un tiempo muerto. De un modo análogo, la reflexión social y sociológica tiende a ser substituida por técnicas de encuesta y sondeos de opinión, con la consiguiente gibarización de la reflexión y la desaparición del pensamiento crítico. Hoy en ves de saber lo que pasa a través de la discusión, del diálogo, de la conversación en las casas, en los barrios, en las asambleas, se realiza un Focus grup o se “sondea” la opinión, de preferencia telefónicamente reduciendo al mínimo los costos y optimizando al máximo la rentabilidad de la operación. Con bastante frecuencia, ocurre que los sondeos y los informes de costosas investigaciones son cruelmente desmentidos por la realidad, pero ello es considerado por los “expertos” como un hecho “normal” destinado a ser OLVIDADO LO ANTES POSIBLE…
En el dominio económico, las cosas no son más halagüeñas. En efecto, las previsiones de numerosísimos economistas acerca del estado de la economía mundial, regional o nacional, no bien difundidas por los medios de comunicación, son refutadas por una realidad porfiada que no se deja reducir a proyecciones y otras construcciones teóricas, de gran sofisticación, pero de poca ayuda cuando se trata de resolver los problemas más urgentes que asfixian a sectores crecientes de la población.
El caso argentino (y otros muchos, desgraciadamente), confirman hasta la saciedad que los economistas neoliberales, se preocupan exclusivamente de los equilibrios macroeconómicos, dando por hecho que los problemas microeconómicos y todas las contingencias cotidianas de los ciudadanos corrientes y molientes, encontrarán una solución gracias a los “ajustes estructurales” y al libre juego de las fuerzas que animan el mercado. Los fundamentos a tal creencia son pocos y magros, lo que es compensado por un notable fundamentalismo retórico, cargado de fatalismo, cuya manifestación más frecuente es la expresión : “no hay ninguna otra alternativa”… Resulta difícil admitir pasivamente tal fundamentalismo cuando se asiste al bárbaro espectáculo ofrecido por la progresión del hambre y su cortejo de muertos, en un país como Argentina, capaz de alimentar a todo el continente. El fundamentalismo econocrático, no por simplista es ineficaz ; tiene una capacidad de seducción ante la cual sucumben, desde los más humildes y crédulos consumidores insolventes que pululan en los centros comerciales, hasta los flamantes (y no menos crédulos), graduados demuy honerosas escuelas de negocios.
Estas constataciones, y muchas otras, me llevan a considerar como prioridad impostergable, la interrogación acerca de los postulados de base, de los fundamentos de todo discurso sobre la realidad social. Al hablar de fundamentos y prerrequisitos filosóficos, no me refiero aninguna actitud contemplativa a la que haya que consagrar nuestras energías ; ni tampoco a un ejercicio escolástico arduo y meticuloso del tipo disputa disputandi medieval.
Al invocar la necesidad de un fundamento filosófico, mi pensamiento no se detiene en una escuela o corriente filosófica particular, sino que voy a indagardel lado de los objetivos originarios y originales de la reflexión filosófica.
Hago mía la afirmación hecha por Isayah Berlin, cuando se interrogaba acerca de la meta de la filosofía. “La meta de la filosofía, afirmaba Berlin, es siempre la misma : ayudar a que los hombres puedan comprenderse a sí mismos y, de tal manera puedan actuar en plena luz y no salvajemente en la obscuridad”. Es a ese modo de filosofar que yo les invito durante el puñado de minutos de que disponemos hoy.
Tentativa de aproximación a la Mediación
Dos razones me disuaden de intentar una definición de la Mediación. La primera y más determinante es que yo no soy especialista de esta materia. La segunda razón está relacionada con la utilidad que pudiese prestarnos una exhaustiva definición. Me permito pues, proponerles que nos aproximemos a la idea de mediación, sin la obsesión cartesiana de trabajar sólo con conceptos claros y distintos. Les invito a dejarnos persuadir por un consejo que diera John M. Keynes a una asamblea de economistas durante la gran crisis de principio de los treinta. Todos los asistentes esperaban del Maestro alguna orientación, en medio de la tormenta. Cuando llegó el momento tan ansiado, Keynes dijo a sus colegas : “hasta la fecha nos hemos equivocado con mucha precisión. De lo que se trata ahora, es de tener vagamente razón”.
Comienzo pues diciendo lo que, a mi modo de ver, no debe ser identificado con el concepto de mediación :
- No es una sofisticada tecnología social que pudiera permitirnos resolver todos los problemas que hasta la fecha no encuentran solución en los tribunales de Justicia, en los establecimientos educacionales, en las familias, en los barrios, etc.
- Tampoco entiendo la mediación como una receta para construir consenso, a partir del mínimo común denominador en el que reconozcan sus intereses los distintos sectores de la ciudadanía. Suele ocurrir que, entre los actores de un conflicto, la coincidencia de intereses es tan menguada que el “común denominador” sobre el cual construir un consenso tiende a desaparecer entonces al final ya nadie sabe en qué estamos de acuerdo y en qué no lo estamos : ello, como es de imaginar, no favorece precisamente la acción colectiva.
- Tampoco creo que la mediación sea identificable a la teoría, al discurso de algún personaje carismático que pudiese resolver nuestros problemas sacando de su bolsillo no sé qué “Buena Nueva”.
- Yo descarto también, el considerar la mediación como una metodología normalizadora, que nos permitiría minimizar los riesgos de “desviación” respecto de los patrones de conducta imperantes.
- Descarto, igualmente, la idea de abordar la mediación como si se tratase de una ortopedagogía moralizante y procelitista.
Ahora bien, yo sostengo que, a pesar de no ser ninguna de esas cosas, la mediación puede ser algo bueno, muy bueno, algo que puede reservarnos muchas y muy buenas sorpresas.
La Mediación : una práctica profesional sui géneris
La mediación nos obliga a operar un cambio en nuestra posición en la trama de relaciones sociales que constituye nuestro medio profesional. Para mediar en una situación de conflicto, es necesario que nos deslicemos del lugar institucional que ocupamos habitualmente, hacia el contexto en el que se desarrolla el conflicto. Este “deslizamiento” no es reductible a la ejecución de un “cometido funcionario” u otra acción en terreno. Además de facilitar un cambio de perspectiva sobre los problemas que serán objeto de observación, la participación en una mediación, requiere de nosotros (y de todos los concernidos en la situación de conflicto) que nos asumamos como interlocutores válidos, como actores de una experiencia intersubjetiva radical.
Independientemente de las interpretaciones que cada quien pueda hacer del concepto de mediación, hay un hecho incontrovertible, a saber : la mediación supone que se va aparticipar en un proceso, que se trabajará con sujetos que son autores de un tipo particular de relaciones generadoras de problemas, conflictos, daños etc. La dinámica suscitada por esta acción, debe posibilitar que los autores del conflicto se transformen en actores capaces de negociar y deliberar sobre soluciones, o procedimientos que hagan posible una gestión razonable del conflicto. Estamos lejos, y hasta podríamos decir que, desde este punto de vista, la mediación se sitúa en el polo opuesto del quehacer habitual del trabajo social. Al mediar, no llegamos al lugar del conflicto para administrar soluciones, en aplicación de disposiciones previstas por las políticas sectoriales, o por reglamentos ad hoc. Nuestra presencia allí deberá asimilarse más a la función de un agente capaz de coadyuvar al restablecimiento de la trama de relaciones intersubjetivas dañada por el conflicto y sus insidentes. Dicho de otro modo : es indispensable que el mediador aparezca ante los protagonistas del conflicto investido de un poder de acción (ocapacidad de actuar) ; de suerte que, los participantes en el conflicto lo vean y sientan como un facilitador de acciones posibles. Esto es radicalmente distinto de aparecer y tomar posición en un conflicto, como agente investido de poderes conferidos por la autoridad, lo que le sitúa ipso facto en una posición de dominación sobre los demás. En este último caso, el mediador se enfrenta a “clientes”, “usuarios”, “casos”, etc : lo que no es igual que dialogar con interlocutores válidos en pos de un avenimiento.
A partir de lo que acabo de decir, se descubren algunas pistas de reflexión que nos ayudan a ver en qué la filosofía puede tener, no tan sólo una función explicativa que amplíe nuestros horizontes, sino que en qué medida la filosofía se puede transformar en una potente palanca, de extrema utilidad que nos ayude a mejor abordar los problemas a los que estamos profesionalmente confrontados. La mediación pues, tiene que ver con problemas de sujetos ; sujetos que participan en una experiencia relacional práctica, agitada por la dinámica del conflicto. En ese conflicto nos vamos a implicar, nos vamos a “mojar”, vamos a dar opiniones, reaccionar, dejar de reaccionar, etc. Es una experiencia ante la cual no podemos, aunque quisiésemos, permanecer impávidos, pues si no actuamos, seremos empujados y sarandeados por la acción de los otros participantes en el conflicto. Comienza a aflorar, en este preciso instante, el lado filosófico de este asunto.
Mediación, objetividad y subjetividad
Es muy probable que la toma de contacto con un conflicto en el que queremos mediar, nos depare sorpesas, asombro, perplejidad, dificultades varias, que podremos asumir, sortear, o asimilar con mayor o menor éxito. De naturaleza más compleja y de mayor profundidad será el problema que se suscitará entre nuestra práctica mediadora y nuestra formación profesional. En efecto, la mediación (tal como se la entiende en esta exposición) se aviene muy mal con la objetividad tan venerada por las Ciencias sociales que, nolens volens, son el telón de fondo de nuestra formación teórica.
Valor intransable del racionalismo cartesiano y de las Ciencias Naturales nacidas a la sombra de la mecánica newtoniana, la objetividad pierde en la mediación privilegios y buena parte de sus atributos. Nuestra formación teórica conserva todavía muy vivos y vigorosos los lazos ansestrales con el mecanicismo y sus paradigmas. No nos resignamos a admitir que la realidad social no es una máquina determinista regida por leyes intangibles. Nos resulta difícil acostumbrarnos a considerar el mundo en que vivimos como una compleja trama de acciones, reacciones retroacciones, ciclos recursivos, (todo esto sobre un fondo de inapelable incertidumbre), trama en la que sujetos crean y producen la vida social que , a su vez, los crea y produce. En esta hipercomplejidad de lo real, los sujetos impregnan de subjetividad la realidadobjetiva al transformarla, suprimiendo así la ilusión cartesiana de la separación abismal entre sujeto y objeto, separación entre la res extenssa y el ego cogitans. Las Ciencias Sociales nacidas en el siglo XIX, a imagen y semejanza de lo que fueron las ciencias naturales, tenían como presupuesto fundamental el que había que aproximarse de la manera más estrecha posible a los procedimientos, a los métodos, a la epistemología de las ciencias naturales ; no es inocente el que el opus magnus de Augusto Comte (el “padre fundador” de la sociología), fue se un tratado de Física social.
Todo lo que no se sometiese a ese imperativono merecíallamarse Ciencia. El sentido comúnmantiene muy vivaz esa concepción, confiriendo al término “objetivo” un valor que lo asocia estrechamente a la Verdad, a la exactitud, a la Mesura. Mientras que la subjetividad, representa un conjunto de “anti-valores”, que cubren un vasto espectro de “defectos” humanos. So pena de fastidiarles con argumentos redundantes,me detendré un instante en Descartes, pues sus ideas poseen una tenaz vitalidad. Indudablenente, nuestra deuda con descartes es inmensa ; la Humanidad no hubiese podido ser la que es hoy, sin el racionalismo cartesiano. Parte muy significativa del conocimiento, en todos sus ámbitos, fue producido, por lo menos en la sociedad occidental, bajo el imperio del “paradigma de Occidente”. Paradigma de simplificación imaginado por René Descartes. Para Descartes lo real esta escindido en dos realidades inconexas : el mundo de las cosas y el mundo del “ego”. Las cosas poseen una realidad mensurable, medible, es decir, se identifican con lo material, lo tangible, lo manipulable lo que Descartes denominó “la res extensa”, por tanto, objeto privilegiado de la ciencia. La res existe objetivamente, las cosas existenen el mundo cartesiano con total prescindencia de los sujetos. Que yo esté ante ustedes, acodado en esta mesa, es totalmente indiferente para esta mesa. Ella existe, y se le puede medir, se puede saber cuánto pesa, conocer sus particularidades físicas, químicas,su precio, etc.se trata de algo objetivo, una cosa objetivamente existente, objeto privilegiado de las ciencias. Coexistiendo con ese mundo objetivo y sin mezclarse con él, Descartes designa otra realidad representada por lo que yo pienso, lo que yo comprendo de la propia realidad, lo que yo puedo apreciar, lo que yo puedo concluir de mis observaciones del mundo. Todo ello está incorporado en la otra gran categoría postulada como el ego cogitans, el yo pensante. La realidad cartesiana se presenta pues, dividida en estas dos grandes entidades carentes de todo nexo, dos ínsulas incomunicadas entre sí., lo que en la práctica corriente y moliente significa que objetividad y subjetividad son dos cosas distintas, separadas, inconciliables. Una son las cosas que existen que están, cuya existencia es inobjetable, medible, lo que existe y la otra cosa, es lo que yo creo que existe, mis sentimientos, mis opiniones. Tenemos delante el reino de la objetividad,la realidad objeto de las Ciencias y, a su lado, sin que nada les sirva de vínculo, el reino de la subjetividad, que incluye todo cuanto está sujeto a opinión, a discusión, a reflexión, a creencia, a la razón. El dicho popular reza : “por donde pecas pagas”, Pues bien, este orden inmutable determinado por la brecha insondable que separaba el objeto del sujeto, fue subvertido, precisamente en el terreno en donde parecía más estable : en efecto, en el mundo de la física, en su núcleo más íntimo e inespugnable, en la´física de las partículas se sitúa el epicentro del terremoto que echó por tierra el Muro de Berlín sobre el que se alzaba el paradigma de occidente. Cuando los físicos nucleares intentaron conocer el comportamiento de un electrón, interesándose por estimar su posición y su velocidad, fueron sorprendidos por el más inesperado hallazgo : el conocimiento de uno de los dos fenómenos implicaba la imposibilidad de conocer, simultáneamente, el otro fenómeno. De modo que, la observación y el conocimiento de la posición de una partícula al interior de un átomo,nos deja en la total ignorancia,respecto de la velocidad de su trayectoria. La observación – realizada por un sujeto cognocente- suscita una incertidumbre fundamental allí, en las regiones más recónditas de la materia. La ilusión cartesiana del divorcio irreversible entre el sujeto y la objetividad, se desvanece, dejando su lugar a una incierta relación de cooperación/antagonismo, de atracción/rechazo, de complementaridad/exclusión, de separación/asociación entre sujeto y objeto.
Podemos imaginar un corolario de todo esto y formularlo del modo siguiente :
- El conocimiento de una realidad de alta complejidad exige el abandono de los paradigmas de simplificación y su reemplazo por otros que no reduzcan ni mutilen la complejidad de lo real ;
- Lo real es una totalidad en la que todos sus componentes están relacionados entre sí (todo tiene que ver con todo, pero no de cualquier manera) ;
- El progreso de nuestro conocimiento no suprime la incertidumbrede lo que sabemos acerca de la realidad.
Volviendo a la mediación (después de este rodeo, quizá un poco fastidioso, pero necesario), debemos considerar que ella se asienta en una situación de máxima complejidad. en efecto, el lugar propio de la mediación es la situaciónde conflicto ; es decir, un verdadero “nudo gordiano” en el que se entrelazan y anudan intereses opuestos, creando disfunciones, “ruido”, tensiones paroxísticas, episodios críticos y procesos “crísicos”. Ese nudo gordiano, aglutina y concentra apretadamente, una multitud de aspectos de la realidad, cual si fuese un revelador deaquello que se oculta detrás de las apariencias en la vida cotidiana de las gentes. Por lo tanto, no debemos itentar cortar el Nudo Gordiano, con el filo del paradigma simplificador, sino, aprovechar su presencia para captar todo cuanto él encierra en su abigarrada hipercomplejidad. El esfuerzoque esta acción exige es importante, sólocomparable a las sorpresas y beneficios que ella nos procurará.
¿Qué podemos esperar de la Mediación ?
Lo primero que la Mediación nos ofrece, es una magnifica ocasión para comprender lo real y, al mismo tiempo, comprendernos mejor nosotros mismos.
Hace algunos minutos, puse bastante énfasis al decir que la Mediación es un asunto que se desarrolla entre sujetos, entre individuos que se consideran interlocutores válidos. Podemos agregar ahora, que se trata de una situación cuyo sentido, cuya esencia es el de una experiencia moral. Para un participante de una Mediación, y a fortiori para un mediador, esto significa un esfuerzo intelectual importante para lograr la convergencia de dos dimensiones de nuestra existencia : por una parte nuestra subjetividad y, por otra parte el conjunto de normas, valores y principios que regulan y prescriben nuestro quehacer práctico. En la experiencia moral, es el sujeto autónomo quien asume individualmente la responsabilidad de sus actos y las consecuencias que de ellos deriven. Es el individuo que se hace cargo, sin esperar recompensa ni temer un castigo, del conjunto de prescripciones y normas que hacen posible la convivencia entre sujetos : es decir, el conjunto universal de valores sobre los que se funda la dignidad humana. Ese punto de convergencia representa toda la singularidad de nuestra humana condición : la reunión de la particularidad de cada sujeto con la universal dignidad de todos los humanos, sin excepción. En la experiencia moral asumimos nuestra condición, ante el Bien y ante el Mal,solos, universalmente. Se me objetará, que la Mediación persigue otros objetivos y, que no es ni lícito ni prudente, dejar en la sombra y, por tanto, subestimar lo que la Mediación está llamada a realizar dentro del nuevo marco creado por la Reforma procesal penal, o lo que ocurrirá con todo lo relativo a la violencia intrafamiliar, etc… Me hago cargo de esta objeción y no impugno su pertinencia. En rigor, la Mediación debe responder a la promesa de ofrecer modalidades alternativas de resolución de conflictos,en un número creciente de dominios de la vida social. La estadística de casos resueltospor mediaciones exitosas, constituirá, evidentemente, una convincente prueba de lo oportuno que es generar mecanismos alternativos que complementen los organismos y procedimientos deficientes, o reemplacen las viejas rutinas burocráticas. Las bondades de la Mediación deberán manifestarse de ese modo en el corto y mediano plazo. Para evitar toda confusión y/o malentendidos, subrayo la importancia y necesidad de lograr frutos tangibles mediante la mediación, allí donde las instituciones tradicionales hayan colapsado, o simplemente no puedan hacer frente a una demanda creciente de intervención. Sin embargo, me asiste la certeza de que la excelencia de la Mediación no se agota en el balance o la contabilidad de “mediaciones exitosas” versus “mediaciones frustradas”. La idea que sustenta buena parte de mi reflexión, identifica la excelencia de la Mediación con lo que podría ser considerado como los efectos de “segundo grado” de la acción mediadora ; no la estadística de los frutos de corto y mediano plazo, sino la emergencia de una particular modalidad de acción social y de un singular tipo de actor social. Apunta en esa dirección, mi convicción acerca de la fertilidad de las interacciones que concurren y vivifican la experiencia moral implícita en la intersubjetividad del diálogo entre interlocutores válidos.
La Mediación nos ofrece también la ocasión de interrogarnossobre la realidad, de un nuevo modo, o por lo menos, de una manera que no es usual hoy día. Es a ese carácter innovador, experimental que me invita a pensar el adjetivo “alternativa” que va asociado al substantivo Mediación, cuando ésta es considerada como un método de resolución de conflictos, llamado a ser puesto en aplicación en campos cada vez más extensos y diversos. No es en una voluntarista radicalización teórica, ni en algún vanguardismo práctico, en lo que pienso al hablar de innovación y de alternativa, mi propósito es más modesto y y asumible. El escritor portugués Fernando Pessoa definió magníficamente el sentido de la innovación : “La verdadera novedad…es aquella que ha retomado todos los hilos de la tradición, y los ha tejido formando un motivo que la tradición no podía tejer”. Novedad de la mediación que implica un reexamen de nuestras referencias, un retorno a nuesttras fuentes, una crítica mirada sobre nuestro conocimiento, y, por lo tanto, un examen no complaciente del conocimiento, que tenemos,de nosotros mismos.
Homo-Sapiens-Demens
El autoexamen al que aludo, no es una invitación a que nos instalemos en una introspección cuyo inicio y decurso son dejados al azar de las contingencias del diario vivir, sin que podamos darle un sentido que supere los estrechos márgenes que nos impone el sempiterno Narciso que llevamos dentro. De lo que se trata es de comprender un poco mejor nuestra identidad. Inmediatamente podemos afirmar que somos sujetos evidentemente, por lo tanto somos individuos capaces de reflexionar, de reaccionar, de interactuar con otros sujetos. Al mismo tiempo somos parte de la naturaleza, y somos objetos de sus procesos y de sus fuerzas. Además somos capaces de soñar, de imaginar, de inventar y también somos los autores de los crímenes más horrendos, de lo peor que la humanidad a engendrado. Es a dilucidar este insondable enigma, o por lo menos, a intuir algunas pistas que nos acerquen a respuestas verosímiles que debe conducirnos la interrogación sobre nuestra condición humana. Nos ayuda un tanto lo que las ciencias del Hombre ya han avanzado.En efecto, desde sus diversas vertientes, la Antropología nos identifica como pertenecientes a una rama escindida de los primates superiores que, conservando el patrimonio de los mamíferos más evolucionados, ha logrado un desarrollo neurocerebral abismante. lo que ha hecho posible la eclosión inconmensurable de habilidades y competencias y aprendizajes. Nosotros aprendimos a hablar, leer, escribir, pensar, en fin hemos llegado a elaborar sistemas lógicos de reflexión que guían nuestro conocimiento. Somos capaces de computar la información, somos capaces de autoconocernos, en fin, somos capaces de todo eso ; esverdaderamente algo fantástico, algo maravilloso. sin embargo, además hay este otro aspecto siniestro que, también llevamos encima que no lo poseen los animales : es la locura,la barbarie homisida, el frenesí genosida. La locura es pues, una particularidad fundamental, intrínseca nuestra de donde resulta plenamente justificado el agregar Demens a las otras dos calidades de nuestra identidad. Homo SapiensDemensinsólita conjunción de tres realidades de cuya equilibrada articulación depende nuestra vida, la vida de nuestros próximos y la vida de la Humanidad toda. El destino irrenunciable que nos está reservado es salvaguardar el inestable y frágil equilibrio de esas tres dimensiones de la condición humana. Estamos obligados, so pena de aniquilamiento mutuo,de domesticar nuestra animalidad sin extinguirla ; estamos obligados de mantener despierto el espíritu para poder computar, para poder informarnos, para no olvidar ; y puesto que no podemos erradicar de nuestra constitución el componente demencial, estamos obligados a metabolizar nuestra locura, transmutándola en empeño quijotezco y biofilia caballerezca, para impedir que degenere en locura hitleriana. Los factores que concurren al establecimiento de ese equilibrio,son escasos y esquivos, de suerte que se dan cita rara y brevemente. Como todas las cosas importantes de la vida, esos momentos tienen la densidad germinal de los procesos generadores de lo nuevo, y lo fugaz de la efímera irrupción de lo improbable. Es el relampaguear de la conciencia que nos ofrece, en un destello, una visión verdadera de nuestro mundo interior.Algode ello se encuentra en las iluminaciones y las fulguraciones de los grandes místicos, y con mayor fuerza aún lo hallamos en esos momentos fantásticos que vivimos en el amor, en el encuentro de la persona amada.Lo que importa pues, es poder vigilar las derivas posibles, los descarrilamientos probables de alguno de los componentes de esta tridimensional constitución nuestra. Es necesario aprender a llevar nuestra triple condición con prestancia, con inteligencia, con valentía, con humildad yhumanidad.
Los órdenes de la realidad antroposocial
Conciente de abusar de vuestra paciencia, pues he excedido el tiempo que me fuera impartido, quiero consagrar muy breves minutos a exponerles esquemáticamente la última parte de esta reflexión. Portadores de esta triple dimensión, los seres humanos :
- Laboramos es decir nos nutrimos, manteniéndonos en vida en permanente metabolismo con la naturaleza ;
- Trabajamos produciendo y reproduciendo las condiciones materiales de nuestra existencia ;
– Actuamos, reconstituyendo de generación en generación la trama de interacciones que hacen posible la vida social y la reproducción de nuestra especie.
Nosotros vivimos simultáneamente en cuatro ordenes, nuestra vida se desarrolla en cuatro planos simultáneamente : el plano de lo técnico-científico, es decir, el dominio en el que tiene lugar la mayor parte de nuestra vida cotidiana. Es el orden horizontal, el que más frecuentamos y el que más impacta directamente nuestro quehacer. Desde el conocimiento científico más sofisticado, desde la técnica más remota, hasta el conocimiento pericial, técnico de coger el trozo de pan y llevárnoslo a la boca, el orden técnico científico nos influye y nos impone sus reglas.
Al mismo tiempo vivimos también el orden político y jurídico, porque claro nosotros somos personas que vivimos en sociedad y que estamos sujetos a toda una serie de disposiciones, a una serie de leyes y principios y además nosotros queremos contribuir, queremos incidir en que la vida social se oriente en tal o cual sentido. Nosotros también vivimos, simultáneamente en el plano moral, en el plano de la ley de lo que no se debe hacer y de lo que se debe hacer, del deber ser y, al mismo tiempo que eso, vivimos también en el plano ético, en el plano del amor, en el plano de la búsqueda de la felicidad, la felicidad para nosotros y la felicidad para los demás.
No podemos privilegiar ninguno de esos cuatro ordenes, en el orden técnico-científico vivimos y no podemos salir de él , sin embargo, en ese orden nosotros tenemos que hacer todo lo posible para que encontremos los frenos , para que podamos actuar de manera que la máquina técnico-científica no se dispare y que no nos caigan encima las bombas atómicas , que un loco cualquiera, en la Casa Blanca (o en las otras casas de locos que mandan en el planeta), apriete el botón de la “solución final”.
Ello sólo puede ser evitado desde fuera, pues no hay razones técnicas o cienctíficas que impidan el frenesí tecnocientífico. Las barreras a la deriva técnico científicas vendrán de un orden superior : del orden jurídico político. Este orden está fundado sobre la oposición entre lo que es legal y lo que escapa a la ley. En la sociedad moderna este orden se puede considerar como el orden democrático, en el que es la mayoría quien detenta la soberanía popular. Es pues, la mayoría de la sociedad quien puede tener la última palabra acerca de los lìmites que se puede imponer al trabajo de técnicos y científicos. Sin embargo, la democracia carece también de mecanismos de autorregulación que puedan impedir las derivas perversas del sistema. Basta recordar que en febrero de 1933, Hitler fue electo cansiller de alemania en un proceso electoral totalmente democrático. Ahora bien, para que las masas populares no enloquezcan y se enardezcan tras la mano en alto de algún jefe carismático, algún necrófilo hombrecillo (con o sin gorra), es necesario que un orden superior le imponga límites. Ese orden es, el orden moral. El orden moral, aquel de los valores absolutos, trascendentes, cuyo respeto conduce a la virtud, nos ayuda a responder a la pregunta ¿qué hacer ? en esta u otra circunstancia. Este orden no requiere de límites, pues el exceso de moral, el respeto irrestricto de los mandamientos morales no constituye daño para nadie. Sin embargo, no puede construirse un modelo de felicidad para un individuo o para un pueblo, sólo con el cumplimiento de los deberes. Por lo tanto, lo que el orden moral precisa es una apertura hacia algo superior, un complemento que agregue al deber, a la virtud, la búsqueda de la felicidad. Es el orden del amor, el orden ético, el que aporta la sabiduría que vendrá a temperar el rigor moral, abriéndolo a la alegría de vivir. Este orden del amor es el orden superior, pues nada se le puede agregar, ya que el amor ilimitado no tan solo no es una amenaza, sino que no es algo que esté a la orden del día.Nada mejor que una inflación de amor podría ocurrir a nuestra mezquina y prosaica sociedad mercantil.
Ordenes distintos que no debemos confundir, pero que tampoco podemos aislar y disociar cartesianamente.
Una última idea : existe una jerarquí entre estos órdenes, y tambien existe una primacía entre ellos. En la base se halla el orden técnico científico ; se le superponen el orden jurídico político, el orden moral y, por encima de todos el orden ético y del amor. Sin la técnica y las ciencias, sin la realidad material sobre la que se asienta la cultura, el arte, la política, la religión, etc. No habría vida social. Primacía de lo inferior sobre lo superior, en cuanto existe una determinación en última instancia de lo material sobre el resto. Al mismo tiempo, superioridad jerárquica de la ética y el amor sobre los otros órdenes. En efecto, el hombre halla su idnidad y despliega toda su humana condición, elevándose de la tosca materialidad hacia el amor.
El cristianismo postula que es la Gracia la que permite la elevación del hombre hacia lo divino. La Gracia, como fuerza ascendente por oposición a la fuerza de gravedad, que precipita los cuerpos hacia abajo. Yo no soy creyente por lo tanto no conozco las maravillas de la Gracia y, debo reconocer, que más de alguna vez en mi vida deseé gozar de ese extraordinario confort espiritual que debe ser la creencia en un ser supremo, en un recurso útimo ante la incertidumbre radical de la existencia. Por tanto, yo no puedo apelar a la Gracia como fuerza que nos ayudea no sucumbir arrastrado por la gravedad y la pesada carga de la existencia. Por ello busco un apoyo terrenal y materialista. Son dos cosas que, a veces, pueden valer la Gracia : el coraje, la valentía de buscar la lucidez, lo que nunca es fácil y por ello es importante. La otra fuerza esel amor. Nada garantiza que sean un apoyo suficiente, pero hay quienes lo intentan, y más de algunos lo logran. Coraje lúcido del amor : amor inteligente de la verdad.
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