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ACERCA DE COSAS QUE SE ESCUCHAN POR DOQUIER


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Gabriel Sali­nas alva­rez, Doc­tor en Cien­cias sociales –U.L.B.

Todo lo que pudie­ra decirse acer­ca del desastre nuclear en cur­so, es poco. Resul­ta conster­nante ver como los comen­ta­rios de mucha gente se desvían de lo esen­cial. Afir­ma­ciones del tipo “no existe el ries­go cero”, “las energías alter­na­ti­vas no son ni sufi­cientes ni bara­tas…”, “no hay que gene­ra­li­zar, cada caso es par­ti­cu­lar…” etc. etc. Es evi­dente que, una vez acae­ci­do el desastre, las alter­na­ti­vas inme­dia­tas no exis­ten y los acon­te­ci­mien­tos adquie­ren ese ter­rorí­fi­co carác­ter de tra­ge­dia inevitable.

1. Es ver­dad que toda acción impli­ca efec­tos impre­vi­sibles y ries­gos impon­de­rables, decir­lo no es sino enun­ciar una tau­to­logía, pues es IMPOSIBLE pre­ver todo, ya que la rea­li­dad es irre­duc­tible a una ecua­ción que abarque la infi­ni­ta gama de posi­bi­li­dades de varia­ción de lo real. Por ello es que, tra­ba­jar sobre la rea­li­dad con efi­ca­cia, supone enten­der su natu­ra­le­za com­ple­ja; lo que impli­ca conce­bir la acción de un modo pro­gra­ma­do (para dar cuen­ta de los aspec­tos constantes de lo real); acción “pro­gra­ma­da” que no sirve de mucho sin una “estra­te­gia” que per­mi­ta lle­var a cabo las acciones nece­sa­rias para hacer frente a lo impre­vis­to, a lo que el “pro­gra­ma” no puede anticipar.

Coro­la­rio: como la rea­li­dad es SIEMPRE MÁS RICA QUE TODAS LAS PREVISIONES IMAGINABLES, ANTE EL RIESGO IMPONDERABLE ES IMPRESCINDIBLE LA PRUDENTIA ‑de los latinos‑, (la fró­ne­sis de los grie­gos).  Y en el ámbi­to del desar­rol­lo téc­ni­co-econó­mi­co-cientí­fi­co: FRUGALIDAD Y SOBRIEDAD (Hans Johnas).

2. Es evi­dente que las energías alter­na­ti­vas cono­ci­das hoy, no son ni sufi­cientes ni bara­tas para ase­gu­rar el sumi­nis­tro ener­gé­ti­co de una eco­nomía voraz, de una pro­duc­ción des­pil­far­ra­do­ra y de un modo de vida irra­cio­nal y mortí­fe­ro. La energía com­pa­tible con ese tipo de eco­nomía, con ese tipo de pro­duc­ción y con ese modo de vida, es ‑por lo menos así lo parece- la energía nuclear. El desastre que esta­mos COMENZANDO A VIVIR nos indi­ca que, los “atri­bu­tos posi­ti­vos”, de la energía nuclear están subor­di­na­dos a esa cláu­su­la fáus­ti­ca que impone un carí­si­mo rescate a pagar a la socie­dad que desea dis­po­ner del poder gigan­tes­co que ofrece la mani­pu­la­ciòn de la energía atómica.

La cues­tión cen­tral no es la de encon­trar el com­bus­tible ade­cua­do a las exi­gen­cias de un mode­lo de desar­rol­lo absur­do y necró­fi­lo, sino encon­trar la mane­ra de reem­pla­zar este mode­lo mer­cadó­la­tra, eco­no­crá­ti­co e inca­paz de satis­fa­cer las nece­si­dades más ele­men­tales de la pobla­ción del pla­ne­ta. Y al decir “reem­pla­zar” no se debe enten­der, cam­biar el per­so­nal polí­ti­co que toma las deci­siones, sino, cam­biar las prio­ri­dades a las que obe­de­cen las tomas de deci­sión en todos los niveles de la vida social. La eco­nomía y la tec­no-cien­cia no deben seguir sien­do la pri­me­ra y últi­ma ratio en la ges­tión de las cosas humanas.

Coro­la­rio: es impres­cin­dible que los des­ti­nos de la huma­ni­dad no sigan entre las manos de los cha­pu­ce­ros que diri­gen las empre­sas trans­na­cio­nales, las altas finan­zas, los FMI, los BM y los gobier­nos que eje­cu­tan sus desi­de­ra­ta. Las gentes de a pie, tene­mos mucho que decir acer­ca de lo que que­re­mos, pero sobre todo, acer­ca DE LO QUE NO QUEREMOS PARA NOSOTROS Y PARA NUESTROS HIJOS Y NIETOS.

3. El que “no se debe gene­ra­li­zar”, el que “cada caso es par­ti­cu­lar” etc. es el tipo de afir­ma­ción cuya estu­pi­dez y cinis­mo son tan fla­grantes que resul­ta degra­dante dete­nerse a refu­tar­las. Pero su uso es tan exten­di­do y su obs­ce­ni­dad tan insul­tante que cues­ta mucho per­ma­ne­cer indi­fe­rente ante tales afir­ma­ciones. Sólo me per­mi­to decir que, des­pués de cada desastre de éstos, todos los res­pon­sables, y sus acó­li­tos, siempre han dicho que, “lo acon­te­ci­do allá, es incon­ce­bible acá”. Los pocos días trans­cur­ri­dos desde el mare­mo­to del viernes 11 de mar­zo, son dema­sia­do ricos en ejem­plos de la inani­dad de este tipo de decla­ra­ciones. Japón ha sido consi­de­ra­do, con razón, un ejem­plo de rigor y de avance en el uso gene­ra­li­za­do de las más sofis­ti­ca­das téc­ni­cas en los más diver­sos ámbi­tos, además la pobla­ción ha dado mues­tras de una extra­or­di­na­ria dis­ci­pli­na, civi­li­dad y temple ante la catás­trofe; pero todo esto no impide que lo peor no pue­da ocurrir.¿qué podría­mos espe­rar si en nues­tro país acon­te­ciese un desastre de seme­jante enver­ga­du­ra? Una catás­trofe aná­lo­ga puede acon­te­cer aquí, y en cual­quie­ra de los países en los que la vida social, es decir, el conjun­to de las acti­vi­dades huma­nas, están subor­di­na­das a la lógi­ca mer­can­til, para la cual los cri­te­rios de ver­dad se redu­cen al aná­li­sis costo/beneficio, lo que equi­vale a afir­mar, que tales desastres pue­den ocur­rir en todo el pla­ne­ta, sin excep­ción; lo que aca­bo de decir es casi un eufe­mis­mo, pues, no es que “pue­da ocur­rir” sino que ESTÁ OCURRIENDO Y EL ESPANTO DE LO QUE ACONTECE HOY EN JAPÓN, ADEMÁS, TIENDE A OBNUBILAR LA MIRADA, RESTANDO AGUDEZA Y URGENCIA A LOS OTROS HORRORES QUE PADECEN NUESTROS HERMANOS DE OTRAS LATITUDES, VÍCTIMAS TAMBIÉN DE UN ORDEN POLÍTICO, ECONÓMICO Y SOCIAL INJUSTO, ABERRANTE Y MORTÍFERO.

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