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En el Perú: LA OCLOCRACIA ARRINCONÓ A LA DEMOCRACIA


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Escribe Joan Guimaray

El Perú está de due­lo. De due­lo está el Perú. La demo­cra­cia ha sufri­do una gran der­ro­ta, la peor de sus der­ro­tas. Y aunque muchos dis­traí­dos digan que ella ganó, pues el mode­lo neo­li­be­ral que engen­dró pobre­za repar­tien­do limos­nas, dis­tri­buyen­do pro­vi­den­cias y asi­gnan­do dádi­vas quin­ce­nales, la ha heri­do con ale­vosía, gol­peán­do­la con pre­me­di­ta­ción y der­ribán­do­la en su pro­pia ánfora.

La demo­cra­cia está en coma desde el acia­go domin­go diez de abril. Las masas de menes­te­ro­sos, mil­lones de indi­gentes, muche­dumbres famé­li­cas, le han ases­ta­do un duro golpe. Pero no lo hicie­ron solos, arre­me­tie­ron con la venia y com­pli­ci­dad de aquel­los que decían defen­der­la. Desde lue­go, mien­tras los supues­tos defen­sores se des­gañi­ta­ban dis­pután­dose el lide­ra­to de la mejor defen­sa y mayor repre­sen­ta­ti­vi­dad, los mil­lones de indi­gentes mate­riales y men­tales se apres­ta­ban a des­fi­lar por las mesas de sufra­gio para arra­sar con la fra­gi­li­dad de la demo­cra­cia, y final­mente, logra­ron aplastarla.

Cla­ro está, que los estó­ma­gos vacíos no saben de demo­cra­cia, los hemis­fe­rios en blan­co no tie­nen nociones de país, la indi­gen­cia no conoce las bon­dades de la liber­tad, la mise­ria no entiende de la autoes­ti­ma. De modo que jamás podrán valo­rar algo que no cono­cen. Nun­ca podrán defen­der­la a la que igno­ran, ni se atre­verán a pro­te­ger a la que no está en sus mentes.

La demo­cra­cia no se toma con vaso de leche, no se come en los come­dores popu­lares, ni se recibe como pre­ben­da elec­to­ral, porque esas pequeñas dádi­vas y esos minús­cu­los rega­los tam­bién lo dan los dic­ta­dores de cual­quier pelaje y ocló­cra­tas de cual­quier color. Pues la demo­cra­cia es el ejer­ci­cio constante de los ciu­da­da­nos edu­ca­dos, media­na­mente cultos, lige­ra­mente ins­trui­dos. La demo­cra­cia es el fru­to de la edu­ca­ción, es el ejer­ci­cio del saber, el alien­to del cono­ci­mien­to, es la fuer­za de la concien­cia des­pier­ta, y en suma, es el equi­li­brio de la razón entre el deber y el dere­cho, y bajo la luz de la libertad.

Desde lue­go, creer que la demo­cra­cia ganó porque las masas nes­cientes e incons­cientes obli­ga­das por la ley depo­si­ta­ron en las ánfo­ras sus hambres pidien­do asis­ten­cia, es una fal­ta de respe­to a la inte­li­gen­cia ciu­da­da­na, un des­dén por el concep­to de la demo­cra­cia, y una abso­lu­ta fal­se­dad, ya sea por conve­nien­cia o por igno­ran­cia; porque el estó­ma­go vació y la indi­gen­cia men­tal no deci­den por la demo­cra­cia, sino por la oclocracia.

Es posible que la der­ro­ta de la demo­cra­cia y el triun­fo de la oclo­cra­cia no le inter­ese mucho a la enva­ne­ci­da y cica­te­ra clase polí­ti­ca que úni­ca­mente aspi­ra lle­gar al poder de cual­quier modo, pero no cabe duda que para la ciu­da­danía cla­se­me­die­ra es un desen­can­to, una preo­cu­pa­ción, una desazón. Pues­to que en una socie­dad pira­mi­dal, la clase media, es la úni­ca clase de prin­ci­pios demo­crá­ti­cos, por cuan­to los de arri­ba y los de aba­jo care­cen de prin­ci­pios: los pri­me­ros por defen­der sus grandes inter­eses y los segun­dos por miti­gar con algo sus apremios.

Pero al final, la oclo­cra­cia es el engen­dro del mode­lo econó­mi­co, es la crea­ción de las dic­ta­du­ras, la prole de gobier­nos asis­ten­cia­lis­tas, hija de popu­lis­tas y cria­da de los repre­sen­tantes de la ran­cia oli­gar­quía que creen en dioses pero no en la edu­ca­ción, que pre­di­can la fe pero detes­tan el saber, que aman la mano de obra e ins­truyen para la pro­duc­ción pero des­deñan el cono­ci­mien­to y recha­zan el desar­rol­lo del pen­sa­mien­to; sin embar­go, se alu­ci­nan ser pre­des­ti­na­dos conduc­tores del Perú hacia la órbi­ta del pri­mer mun­do, voci­fe­ran que sin ellos el país que­dará sin rum­bo y se adju­di­can la autoría del cre­ci­mien­to macroe­conó­mi­co, cuan­do ni siquie­ra la pro­pia demo­cra­cia está for­ta­le­ci­da, conso­li­da­da y maciza.

Los ocló­cra­tas están de fies­ta y los demó­cra­tas esta­mos de due­lo. Pero vol­ve­re­mos a las calles a recu­pe­rar lo que nos per­te­nece. Lle­na­re­mos pla­zas y ave­ni­das resca­tan­do a la que no supie­ron defen­der nues­tros ano­di­nos diri­gentes. Vol­ve­re­mos hacer nues­tra a la que per­die­ron en ple­na cam­paña, nues­tros apo­ca­dos repre­sen­tantes. Y mien­tras la vie­ja oli­gar­quía, ama y seño­ra de la oclo­cra­cia nos observe como siempre desde su balcón, vol­ve­re­mos a abra­zar a la que jamás debi­mos per­der: la democracia.

Joan Guimaray
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Une réponse “En el Perú: LA OCLOCRACIA ARRINCONÓ A LA DEMOCRACIA

  1. Avatar photo 21 avril 2011 à 15 h 28 min

    Gra­cias a usted, esti­ma­do Joan, para dar­nos estas noti­cias de Perú, aunque no pare­cen bue­nas noti­cias hoy día. Aquí en Fran­cia, lamen­ta­ble­mente, la gente no sabe cua­si nada de Perú o de Amé­ri­ca lati­na en gene­ral, ya que los medios de comu­ni­ca­ción nun­ca se inter­esa­ron en estos tipos de noti­cias. Y para mi, es una pena! 

    Con la cri­sis en Euro­pa, esta­mos tam­bién en una mala situa­ción del pun­to de vis­ta demo­crá­ti­co: jamás tuvi­mos un gobier­no tan xenó­fo­bo y anti­so­cial como el actual. Mira: lo mas los países pobres del Magh­reb (Tuni­sia, Egyp­ta, Maro­co, Libya, etc.) inten­tan libe­rarse de sus dic­ta­dores, lo mas nos hun­di­mos en una oli­gar­quía al ser­vi­cio de los mas ricos, que no tiene nin­gu­na gene­ro­si­dad, ni res­pec­to para los pueblos. 

    Fui­mos a las calles, muchas veces, pero no fue sufi­ciente. Aho­ra cada uno pre­gun­tase: y des­pués? Que pasa? La inquie­tud esta fuerte en Fran­cia, tal como la fal­ta de esperanza…

    Pero cla­ro, siempre hay que luchar.

    Un abra­zo fuerte

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